sábado

Lema Orante Semanal


NOS CUIDAN DESDE HACE ETERNIDADES, MÁS ALLÁ DE LOS INFINITOS
19 de agosto de 2019
Un dicho popular que probablemente se encuentre esparcido por la especie, dice: “¡El miedo es libre!”.
Mucho-mucho-mucho más… después de después de después, se dijo: “¡Viva el amor libre!”. Pero… ¡no se puede comparar!...
Pareciera… pareciera más bien que la primera libertad que tuvo el hombre fue sentir miedo. ¿Recuerdan? Bueno, a lo mejor –son muy jóvenes- no lo recordarán: en el Paraíso, cuando la manzana –o el albaricoque; no se sabe muy bien, pero vamos a dejarlo en manzana-, ¿qué había? Pues vergüenza, miedo y mentira…
Luego, en fin, las cosas no fueron bien… y tuvieron que salir de allí. De esto hace ya tiempo, ¿eh? Y había dos hermanitos. Pero, como sabemos, uno no le caía bien al otro, así que el otro le cayó encima con una quijada de burro y… bueno, pues lo trasmutó.
Miedo.
El miedo volvió a aparecer entre hermanos…; no, más bien entre la historia que venía de antes. Y apareció el miedo más eterno que existe: el miedo a lo Eterno, el miedo al Misterio, el miedo a lo Divino, el miedo a Dios. ¡Voilá!
Pero luego, enseguida, pasados miles de miles de millones de eones, se decía: “Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor…”. Diosesamor. “Diosésamo”: el dios sésamo. Pero no, no logró, no logró… a pesar de los Beatles: “All you need is love… tata-ratatá”… Tampoco.
El caso es que el miedo fue cogiendo soltura y se soltó.
Era libre, pero no estaba del todo suelto. Se fue soltando poco a poco, y se consideró y se considera una de las mayores libertades que se tienen. ¡Increíble!, ¿no? Seguramente no han pensado nunca de esta forma. ¡Pues ya es hora!
Esto puede traer consecuencias, claro, porque podríamos decir: “¡Encerremos al miedo! Llevémoslo a galeras o condenémoslo a cadena perpetua”. Pero seguro-seguro-seguro que crearía problemas en la cárcel.
.- ¡Ah!, la cárcel. ¡Ahí tienen mucho miedo!
.- Sí. No es buen sitio, no… También podemos decir que está malito, el miedo, y lo mandamos a un hospital.
.- ¡Ozú! Vaya sitio para divertirse…
Tampoco es precisamente un sitio de alegrías, ¿verdad? Más bien es un caldo de cultivo de miedos y miedos y miedos… Eso sí: con bata blanca, con mascarilla… Pero ¡si habrá miedo en un hospital! ¡Madre de Dios!
.- Bueno, pues mandémoslo a… no sé, ¡al gobierno!
.- ¿Al gobierno? Sea cual sea el gobierno, la función fundamental de éste es generar miedo a la población para poderla domesticar más fácilmente. Miedos más o menos motivados, incentivados o no.
.- Bueno, ¿y el Estado?
.- ¿El Estado? El Estado tiene tanto miedo a que se descubran sus raíces, que todo puede ponerse en peligro; cualquier cosa puede poner en peligro la seguridad del Estado, en cuyo caso es un fortín del miedo.
.- ¡Guau!... Bueno, pues mandémoslo a una Iglesia, el miedo.
.- ¿A una Iglesia?
.- A las iglesias que hay; de muy diversa índole, claro, sí.
.- Pero si ahí van los fieles a decir sus miedos: “¡Ay!, tengo miedo de que… ¡Ay!, tengo miedo de que… ¡Ay!, tengo miedo de que…”; a pedirle a Dios “que no pase esto, que no pase aquello, que no pase lo otro…”.

¿Saben? Seguro que sí. Cuando a un alacrán se le rodea de un cerco de fuego, el alacrán intenta salir, claro. Se da cuenta de que el fuego le puede matar. Llega un momento en que… cuando comprueba que el cerco de fuego permanece y está, el alacrán decide suicidarse. Sí. Y él mismo se clava su propio aguijón. ¡Y le hace efecto, sí!
Todos sabemos la expresión esa que dice: “Está muerto de miedo, ¡está muerto de miedo!”. Un torero es un señor que está ¡muerto de miedo! Hasta que resucita cuando por primera vez pasa el toro a su lado y no le ha matado.

¿Será... será que, como estamos rodeados de tantas piedras –en el Universo, me refiero: estrellas, soles y todo eso-… será que nuestro miedo viene de que no vaya a ser que nos caiga algo encima, como les pasó –bueno, ahora se sabe que no- a los dinosaurios? “Y esta pedrada, para Antonio; ésta, para María; ésta…”.
.- ¡Ahhh! De ahí la lapidación, ¿no?
.- Sí. La lapidación era un método… ¡Es un método! –porque todavía existe-.
.- Pero… vivir con miedo no es bueno, ¿no?
.- Sí; efectivamente, analizando las situaciones, vivir con miedo pues no es bueno.
.- No es bueno. Entonces lo mejor es vivir sin miedo.
.- Pero “el miedo guarda la viña”, dice otro dicho. Y si tienes miedo, pues pones guarda de seguridad o pones sistemas de alarma…

Es una experiencia interesante, en cuanto a que posibilita cualquier variable, cualquier “horizonte”… ahora que se ha puesto un poco de moda esa palabra; bueno, de moda… no exactamente de moda: “un singular horizonte” –referido al último show de la foto del agujerito negro-.
Pero sí, nos sirve la palabra: “el singular horizonte”.
Normalmente, cuando vemos el horizonte, vemos y comprobamos que somos terraplanistas. O sea, está plano. No vemos la curvatura. Seguramente porque como está tan lejos… ¡O no está! ¿Quién sabe?
Pero no nos enzarcemos en discusiones de si somos un discóbolo como el de Mirón o somos una pelota como la de golf.
Pero vemos “un horizonte singular”, cuando el miedo no es el pastor.
Sí, todos tenemos… Cada uno de nosotros somos un singular, no somos un plural; aunque hay una pluralidad de aconteceres que generan una singularidad.
Pero no compliquemos físicamente las cosas.
Pero, desde el Sentido Orante –sí, cierto-, no es la primera vez que el miedo aparece como ¡alerta!, ¡alarma!
Además de que el miedo sea libre, está suelto. Porque a veces el miedo libre está sujeto, ¿no? Yo tengo miedo a los Corn Flakes de Kellogg's, por ejemplo, porque no son del todo ecológicos. Otro tiene miedo a su prima –hay muchos primos y primas- y otros tienen miedo a que les descubran.
.- ¿El qué?
.- Lo que sea, ¡da igual!
Porque habitualmente el miedo cubre, encubre, oculta…
Realmente podríamos decir que en el transcurso del tiempo, el homo sapiens-sapiens ha descubierto que su mejor “arma” para convivir era el miedo. Y el Sentido Orante nos alerta y nos alarma a propósito de esta conclusión:
.- ¿La mejor arma para convivir es el miedo? Entonces, ¿el miedo es un arma?
.- Sí.
.- ¿Y se puede convivir con armas?
.- Sí. Unos disparan antes, otros disparan después, y a otros no les da tiempo. ¡Ah! algunos no llevan armas, pero son un arma.
.- ¡Huy qué lio!
.- No, no es ningún lío. Es una evidencia.

Si, dado el Sentido Orante de hoy, cada uno ha pensado –inevitablemente- en sus miedos, se darán cuenta de que han establecido una hermosa colmena –¡enorme!-; una hermosa colmena llena de celdillas seguras –propias, claro: “yo soy así”-.
Aunque sería mejor decir lo que decía “Raphael”: “Yo soy aquel que por quererte da la vida”… Mejor. Pero bueno, no vayamos a extremismos fantásticos.
Una colmena con múltiples celdillas seguras. “Porque soy así”, “Porque me hicieron así”…
¿Quién le hizo así? ¿Sus genes, su barrio, su religión, su país? Miedo tras miedo tras miedo tras miedo. Claro. Y usted fabricó su colmena en base a que esto es así y así y así. Y puso de guardián al miedo. Sí. Es decir que… no estaba seguro de que ése era el modo de vivir. En consecuencia, tenía miedo.
Es más: todas las ideas que se tienen de esto o de aquello tienen ese puntito, ¿verdad?, de: “¿Y si…?”.

Una vez puestas en evidencia las bambalinas del miedo, que por cierto últimamente ejercen mucho en el horror y en el terror
.- ¿Horror? ¿Terror?
.- Sí. El miedo, cuando se exacerba un poco, produce terror y llega al horror. O sea que tiene un sistema evolutivo –¿verdad?-, y deja historia, deja huella…

¡No!, no se recuperó. No se recuperó ni Adán ni Eva ni toda su progenie, y fue capaz de anular su miedo. Fíjate qué bien estaban: no tenían que cuidar nada, iban desnudos, comían de todo… ¡Hombre!, eran un poco veganos, pero bueno, entonces no había necesidad de jamón.
–No hace falta que se rían, ¿eh?-
¿Ven? Ese es un aspecto muy curioso: el miedo se ríe poco. Bueno, “poco”; no se ríe. ¿Por qué no se ríe? Porque tiene miedo; miedo de que al reírme se note que no tengo miedo. Y si no tengo miedo soy un ¡idiota!, un desocupado, ¡un ignorante!
Y así, los que tengan un poco más de recorrido “almado” en este lugar del Universo, reconocerán que el humor se ha ido perdiendo porque el miedo cada vez está más suelto. Esa es la explicación. Aunque, realmente, más que explicación, ésa es la vivencia.
Y se suele decir: “¡No estoy de humor!”. Habría que añadir luego: “Estoy muerto de miedo”.
¡Guau! ¡Pues vaya binomio! Un binomio preocupante, ¿no?:
.- No estoy de humor porque el mundo no es como yo quiero que sea. Y estoy muerto de miedo, no vaya a ser que pase lo que no quiero que pase.
.- ¡Pero si antes le han dicho que es usted “un horizonte singular”!
.- Ya, pero eso está muy lejos.
.- ¡No! Eso está aquí. Porque cuando usted dice “ese horizonte”, lo está diciendo desde aquí, y desde aquí ve que… “¡Ahhhhh!, allí, en el horizonte”… Singular.
.- ¿Y eso para qué sirve?
.- Pues sirve para que, si usted se siente, se sienta usted un horizonte singular. Y puede sentirlo, porque tiene recursos –por el mero hecho de ser de esta especie-… tiene recursos para que se le vea como un horizonte singular, porque es único. Si usted, a su vez, proyecta esa realidad, esa evidencia, sobre su entorno, usted verá, todo lo que le rodea, como un horizonte singular.

Sí. Caerá en las manos y en las garras de un agujero negro, pero –¡pero!- entrará en el Misterio. Y al entrar en él, descubrirá y se descubrirá en la Creación. Y al descubrirse en la Creación, en el Misterio Creador, evidentemente tomará consciencia de Un Sin Miedo. Un SIN MIEDO. Otra singularidad.
Es un buen viaje, ¿no? Es una propuesta orante muy operativa… Va mucho más allá del slogan “Dios es Amor”. Porque cuando se dice eso, se le compara con el amor que uno tiene a su jilguero, a su gato, a su amiga, a su amante… ¡No, no, no, no, no! Es algo más singular.
El Amor que la Creación nos profesa es evidentemente OBVIO, ¿no? Perdidos en cualquier esquina del Universo, sobrevivimos, cuando lo normal –dentro de lo poco que sabemos desde aquí- es que… ya hace tiempo que no existiríamos.
Pero “algo” –y claro, es el límite del lenguaje-, “algo” nos ama de una forma ¡tan singular!, ¡tan especial!, ¡tan extraordinaria!, ¡tan excepcional!, ¡tan… misteriosa!, que ¡no deberíamos tener miedo!…
Y en consecuencia, todo aquello que transcurriera, ocurriera y sucediera no nos debería afectar. Y no deberíamos construir colmenas –que de eso se encargan las abejas-, sino más bien, como decía Alberto Cortez –que en gloria esté-, dedicarnos a construir castillos en el aire. Son ecológicos, son biológicos… ¡Ni necesitan placas solares! Tampoco –por supuesto- geotermia. ¡Nada, nada, nada!…
Pero, claro, siempre llega alguien que te los estropea, ¿verdad? Como cuando haces un castillo de arena, en la playa, y llega siempre un gracioso que dice… ¡O la misma mar!, que de repente sube, hace un repaso y ¡ahhhh!... y se lleva la torre.
Sí. A veces se construyen castillos en la tierra; los peores son los que ya son de bloques y armamento. Y ya… ya no.
Claro, seguramente, ante esta propuesta, es probable que se escuche esto: “¿Y sin miedo, quién nos va a cuidar?”.
“Y sin miedo, ¿quien nos va a cuidar?”.
.- ¡Ah!, resulta que, entonces… –¡oh!, ¡mon dieu!- ¿el miedo era nuestro cuidador?
.- Sí. Ya se decía que “el miedo guarda la viña”. Pues es el que nos cuida.
.- ¡Ah! ¡Qué aberración!, ¿no?, después de la propuesta del horizonte singular, hasta llegar al Misterio. “Y si no tenemos miedo, ¿quién nos cuida?”.

Es terrible llegar a esa… cotidianeidad.
Ahora bien, si nos recogemos de nuevo en lo Orante, que nos quiere sacar de esa sentencia ¡terrible!: “Y si no tengo miedo, ¿quién me cuida?”…
Nos cuidan desde hace eternidades, más allá de los infinitos; “más allá de más allá” –como dicen-.
Nos han cuidado y nos cuidan ¡tanto!, que nos dejan darnos cuenta del terror, del miedo.

Han sido tantos los condicionantes religiosos, sociales, afectivos, morales…; una casita y otra casita y otra casita, como las muñecas rusas: dentro de una hay otra y otra y otra y otra y otra y otra, hasta que se llega a una pequeña que ya no tiene otra, pero es dura, es prieta, no tiene vacío.

El temor a la Creación que los intermediarios –popes, sacerdotes, monjes y demás- nos inculcaron: esparcieron su semilla de una forma tenebrosa que no nos cuidaba precisamente, que no iba más allá de amor, del amor, del amor, del amor, del amor, del amor… –más allá-, sino que, al contrario, era un francotirador que nos llenaba de karma y nos disparaba ante cualquier… ¿pecado?
.- ¿Qué pecado?...
.- ¡Ahhh!! ¡Fue un gran invento! ¡Oh!, sí, sí, sí, sí. Era la moneda. Era como, como… –¿cómo decir, cómo decir?-… el sitio donde había que disparar. Entonces, cada uno, en la medida en que cometía un pecado, era visto rápidamente por Dios, y éste disparaba. Y podías tener un colon irritable o un fracaso económico o un desquicie emocional –“desquicie”: no es muy siquiátrico eso, pero es muy social; entendible-.
.- ¡Guau! O sea que ¿ésa era la moneda?
.- Sí. Una vez instaurado el criterio de pecado –y cada cultura tenía los suyos, para que así el miedo tenga consistencia-…
.- ¡Ahhh, es la consistencia del miedo!
.- ¡Claro!, porque hay que darle ¡forma! Porque si no, está demasiado libre. Aunque va a seguir libre. Tiene un componente libre y un componente asociado. El componente libre es “el miedo es libre”. Y el componente asociado es “el pecado”. A partir de ahí, Dios se da cuenta y nos dispara. Pero bueno, no solamente Dios, sino los intermediarios de Dios más los simpatizantes de Dios. E incluso nos disparan los que ni siquiera piensan en Dios, sino que sólo piensan en ellos.
.- Entonces, ¡vivimos acribillados!...
.- ¿Ahora te das cuenta?
.- ¡Acribillados a balazos…!
.- Bueno, balazos o… Bueno, sí, dejemos las balas.

¡Claro! El pecado nos genera el miedo a ser castigados. ¡Guau! ¡Qué estrategia!: castigados por la ley, por la moral, por las costumbres, por los prejuicios…
.- ¡Ahhh! O sea que es ¡miedo!…
.- Sí. Sin duda.
.- Pero el pecado…
.- Sí. En la medida en que tengas una colmena, tienes pecados. O sea, no te metas a abeja reina ni a zángano; déjalos, que ellos saben hacerlo. En la medida en que te acomodas, te codificas, te apoltronas, buscas el confort, el bienestar, la seguridad…
.- ¡Ah! ¿Qué palabra es ésa: “seguridad”?
.- ¡Ah, sí! Otra variante del miedo, pero cargada de pecados.

No sé si cuando esto culmine saldré mejor o peor, porque los pecados empiezan a florecer, ¿verdad? Je-je. No. Lo digo orantemente, en el sentido de que no… no se preocupen. Luego, cuando esto quede vacío, ya el Universo se encarga de llevarse los residuos.
¡Dejen!, ¡dejen! ¡Aprovechen a dejar sus pecados aquí! Pero no vuelvan a cometerlos nada más salir, porque si no, otra vez está el francotirador…

¡Pecado!… Sentirse pecador y, con ello, hacerse “miedo”; y, con ello, defenderse y atacar y… ¡Bueno! Ya se sabe. Pero ¡se insiste!

Ha tratado, sí, la sociedad, de despenalizar ciertos aspectos, pero no por ello ha dejado de aferrarse al pecado como mecanismo de defensa y de seguridad, y de referencia para saber lo que está bien o lo que está mal. Pero esas despenalizaciones, ¡de cualquier tipo!, institucionalizan el error y lo hacen cotidiano. No permiten lo creativo.
“¡Despenalizamos el aborto!, ¡despenalizamos la eutanasia!, ¡despenalizamos la muerte digna!...”.
Pero… ¿y no habrá otra forma de no institucionalizar una huella imborrable…? Que va acondicionar cualquier nueva pisada y no nos va a permitir dejar la montaña libre, como si nadie hubiera subido, para que la nueva experiencia de otro sea verdaderamente original. Y no, poner con spray: “Aquí estuvo Paco”. ¡No!, ¡por favor!

El amado no castiga; no dispara. Crea y se recrea en su continua belleza.


  
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miércoles

Lema Orante Semanal


DESMARCARSE DEL CONTINUO ACECHO ‘INSTINTUAL’
12 de agosto de 2019

Parece ser que la Creación dotó… y dota, a los seres, de los recursos necesarios para permanecer, evolucionar, cambiar, improvisar, recrear… Y se podría decir que éstas y otras cualidades están en todos los seres, desde el reino vegetal hasta el homo sapiens –por poner una horquilla sencilla-.

Dicen que este lugar del Universo –el planeta llamado “Tierra”- se formó hace aproximadamente cuatro mil… y un pico más o menos largo de millones de años. No parece ser una cifra escandalosa, cuando hay personas que poseen capitales económicos de cien mil millones y cosas parecidas –por aquello de las cifras nada más-.

El caso más personal, el sapiens, decide, más o menos hace trescientos mil años –tampoco hace tanto-, salir de su guarida africana para inspeccionar –gracias a su sapiencia- otras perspectivas… en donde había otros homínidos: los denisovanos, los neandertales… con los que no parece que congenió mucho; aunque sí parece ser –y nos dicen- que, depende de qué tipo de neandertal, pues así el sapiens se apareaba o no.
A lo mejor fue una estrategia para acabar con ellos.
Sí. Acabaron con ellos. No se sabe muy bien –o no se quiere admitir- si fue por acción directa de los sapiens o por incapacidad natural de los neandertales.
El caso es que los dones del sapiens-sapiens hicieron posible cambios… sobre el rotulado de este planeta, importantes.

Su sapiencia, curiosamente, les llevaba desde acciones de exterminio hacia el enemigo de turno o… a acciones místicas, con el místico o la mística que en ese momento surgiera.
Sí. Hay que fijarse. En un caso es plural: “el exterminio de” –claro, ya hablar de exterminio es hablar de plurales-, y la conducta mayoritaria de combate, guerra, reproducción –masa, masa-… contrastaba y contrasta con la aparición de elementos que se salían de la horma establecida.
Esto muchas veces les costaba el seguir viviendo; o les costaba el seguir viviendo, o el seguir estando como estaban.

¿No tenía suficiente fuerza, el místico, para suavizar el mordisco de instinto… del cazador, del dominador, del controlador, del manipulador?
¡Parece que no! Parece que estuvieran en planos diferentes; como si el místico fuera un mutante, y el resto fuera un simple depredador… que pasó de carroñero a cazador, y que se hizo con el poder de la especie.

El Sentido Orante de hoy nos hace una panorámica de recorrido, para mostrarnos el cómo se ha diversificado la sapiencia, de tal forma que se continúa con la indolencia y la prepotencia de… el elemento de especie, “masculino”, sobre las demás especies.
Sí. Porque a veces se dice que es “sobre”… el dominio sobre la otra parte sexuada: lo femenino. Pero eso es muy corto. A la hora de dominar y exterminar hay que extenderse más: a ríos, mares, vegetales, animales… y hasta “tierras raras”.
Sí. Son unas tierras, un suelo “raro”, que tiene componentes químicos que se llaman así, “raros”, por su poca frecuencia, pero su importante incidencia en la petroquímica de los investigadores de recursos.
Mientras… aparecen salpicados místicos o místicas –llámanoslos así genéricamente-, por dedicarse a una referencia que no sea… el macho cabrío, sino que sea un Misterio Insondable: el que se puede ver a través de perder la importancia personal.

Mientras… –suceden las cosas simultáneamente-, los machos cabríos galopan por las laderas, praderas, por cualquier sitio… demostrando su poder, su autonomía (sic), su prepotencia…
Y parece… parece ser que a estas cualidades se les suele llamar “instintos”.

Dicen los sabios científicos que, en un tiempo –en un tiempo-, la fémina entraba en celo, y esto producía una serie de sustancias –feromonas y demás atractivos- que inducían al masculino a… el acoso, el derribo, por una atracción irresistible. Esto le hacía competir con otros machos para ver quién…
Esto lo vemos hoy, actualmente, en los animales.
¿En los animales?

A estas alturas –haciendo un salto olímpico-, con la cercana posibilidad de ocho mil millones de seres humanos, y estando el 2050 ya a punto o cercano… o el 2030 quizás sea donde serán cien mil millones –al ritmo que se va, claro-, la pregunta Orante es:
.- Bueno. No, no proliferan los místicos ni las místicas, pero sí proliferan… la pornografía, la violación, la pederastia, la reproducción asistida o no asistida, compartida o no compartida, las variables diferentes de la sexualidad…
.- ¡Ah!, sí… Pero ¿eso no era ‘instintual’?
.- Ya no parece. No parece.
.- ¿No parece?
.- No. No, parece que la masa a utilizar –es decir, la mujer- ya no… –por su evolución, claro- no produce esos atractivos, a veces fatales, que obnubilaban la sapiencia de los varones: los conducían a la precipitada posesión… de cualquier animal…
.- ¿Animal?
.- Sí. De cualquier animal femenino que pasara por allí.
Se supone, por el desarrollo de las autopistas, los helicópteros, los aviones, que, conjuntamente con eso, pues también cambiaba lo otro. Es decir que se supone –perdón: “se suponía”- que esos altos vuelos traerían como consecuencia, también, altos vuelos anímicos, afectivos, emocionales, espirituales… y ya pasaría la época de las aventuras y escarceos con ‘neardentalas’ o…
No. No. Por el contrario, la especie, en general, se prostituye: unas partes, con defensa de derechos y propiedades y capacidades, y otra parte, con predominancia y dominio y control.

¡Ah, sí! Es importante.
Todo esto se genera por un patrón de referencia. El patrón es el carroñero y el cazador.
No existe otro patrón de referencia. ¡Salvo!... excepciones de salpicados personajes que hablaron, dijeron, poetizaron, oraron, meditaron… Pero su incidencia real en el comportamiento de los sentidos de… el dominador, poco cambió.
Y es una pregunta interesante por… ¿cómo?, ¿por qué? Primero: es el único patrón de referencia. Segundo: “por qué”, si ya no tiene que cazar, ya no tiene que carroñar, ya doméstica, controla, reproduce lo que quiere y lo que desea cuando quiere y como quiere…
Esto supondría, en la escala evolutiva, una pérdida… perdón, una disolución de actitudes y cualidades para la adquisición y el desarrollo de otras más… sí, digamos “sublimes”.

El patrón de referencia de la vida –permitamos este salto y abandonemos por un instante el protagonismo humano-… el patrón de referencia de la vida es la vida misma en su expresión pluralista infinita. Es el Misterio latente que habita en un lugar que llamamos “Universo”, y que nos ¡conmueve! ¡Como mínimo debería conmovernos!

Y, de hecho, a los carroñeros y a los cazadores les guiaban, en un principio, los misteriosos tótem, dioses de fuego, de lluvia, de… de fuerza: el espíritu del tigre, del león…
Sus patrones de referencia eran la tormenta, la lluvia, el terremoto o el volcán… Pero en la medida en que les dio una interpretación personal, dejaron de ser referencia para ser –o pasar a ser- “dominados” por el gran cazador.

Y lo que hacia suponer una idílica comunicación y una idílica relación entre masculinos y femeninos, y una plácida vida de gozo, disfrute y placer…; lo que parecía que así debería ser –aunque sólo sea por los años que han pasado- resulta que no. Enzarzados en derechos, deberes… y bajo el patrón de referencia del “cazador”, la sapiencia se cerca a sí misma, se rodea de estacas puntiagudas para no salir de ese “instinto de poder”, de ganar, de lograr, de engañar…

Cualquiera que se atreva a saltar la valla puede correr riesgos y… –sobre todo- puede quedar fuera.
Y parece que el clan humano se ha cerrado tanto que nadie quiere estar fuera.
Y “más vale un cromañón y un neandertal conocido, que un sapiens por conocer”.
Quizás por eso los filósofos antiguos insistían: “Conócete a ti mismo, conócete a ti mismo, conócete a ti mismo…”. ¡Que pesaos!, ¿no? Y llegó el psicoanálisis y te conoció a ti mismo, y te esclavizó en la única función que podría ser el sexo. Pero ni siquiera fue capaz de evolucionar a una sexualidad mística que te condujera a la inmortalidad.
No. Se quedó en el dominio del ego, del yo, del súper-yo, del instinto…
Y así el psicoanalista se rebozaba con el psicoanalizado o la psicoanalizada y… y se ‘re-ensoñaban’ sin sentido. Los que sobrevivían –o los que sobreviven- lo hacen en base a… el Espíritu Santo.
.- ¿Tanto?
.- Sí. Era la piedra angular.
Sí. Tocar ese sutil vector que “ya no cumplía” –entre comillas, “ya no cumplía”- básicamente la función reproductora, pero empezaba a cumplir –o así estaba… visto por visionarios- funciones místicas, funciones espiritualistas que, sin excluir ninguna posibilidad, dejaban ya de ejercer y ejercitarse en la caza, en el acoso, en el derribo… y se recluían en su sapiencia ¡referenciándose en la Creación!, que fue la que dotó a los seres de esa mágica energía; que, luego, poco a poco, sí, salía –y salió- a través de la palabra “amor”, “enamorarse”, etc., pero que prontamente se prostituyó, porque no cambiaron las condiciones.

Sin dudas –nos dice el Sentido Orante-, cuando la referencia es la Creación, no hay nada que cazar, no hay nada que poseer, no hay nada que dominar…
Estamos bajo la perspectiva de Lo Creador… y sólo me es válido el referencial de lo que puedo visualizar, por una parte, en “algunos” seres…; por otra parte, en mi propia realidad, al trascender a los signos y señales humanos, y situarme en los signos y señales Creadores: esos que me rodean de belleza, de recursos, de intuiciones, de sorpresas… Esos que me susurran “verdaderos amores”… Esos que me dan a conocer novedades afectivas que nos trascienden… y nos permiten “desmarcarnos” del continuo acecho ‘instintual’…

¿Será...? ¿Será –dice la Oración- que estamos “a tiempo”, o que han llegado los tiempos, o que empiezan unos tiempos en los que la cerca que el sapiens se puso, se puede quitar?
¿Será que han llegado los tiempos en los que se puede el ser referenciar, sin la batuta de “su poder”?
¿Será que han llegado los tiempos de invocar…; de invocar una y otra vez a nuestras capacidades y dones, para que salgan… de “la prostituta posición” que arrasa, corrompe y deteriora?

Quizás sea ilusorio; sí.
El Sentido Orante con frecuencia es ilusorio, pero un ilusorio profético. Como un aviso, como una llamada de atención… para que el ser avive su “proyección referencial” hacia una comunión. Hacia una comunión de unidad con lo ¡viviente!; hacia una comunión de su paridad con su especie; hacia una comunión con el Misterio Creador; y hacia un desarrollo de continua creación… en el arte de “estar”, en el arte de “transcurrir”, en el arte de “proyectarse” bajo el Referencial Creador, y en consecuencia hacerse creativo…
Siendo la batuta “amante”… la que, por reflejo de sentirnos amados por la Creación, nos hace sublimar nuestras capacidades, nos hace respetar nuestras cualidades y nuestro entorno, que comienza por el más cercano: por lo ‘convivenciable’.

Puede… puede que, ante esta perspectiva, algunos lo vean “imposible”, otros lo vean “quizás”, y otros se entusiasmen y luego se depriman. ¡Y alguno se entusiasme!…
En cualquiera de los casos, ahí está la materia prima.
Y, al menos, desarrollar la consciencia del verdadero referencial; al menos, establecer el respeto ‘convivencial’.
¡Al menos!...

En la medida en que el ser se ejercita en estas disposiciones, va descubriendo otras perspectivas; va haciéndose más dúctil, menos guerrero; más condescendiente, dialogante, concordante…

El dejar de “ser así”, como cada uno se tipifica: “¡Es que soy así!”. “Es que ése es así”. “Es que ésa es así”... Y pasan y pasan los tiempos –aunque no existan- y ratifican que “es así”…
Y ¿¡dónde estaba la sapiencia!? ¿¡Dónde estaba la materia prima!? ¿¡Qué pasó que no se desarrolló!?
“Es que es así”.
¿Y habrá…? –pregunta- ¿habrá que vivir ¡soportando y soportándose mutuamente el “es as픓porque es así”!? Y claro, persiguiéndose, discutiéndose, violentándose…
¿No?...

El ‘esss-fuerzo’ es una característica de la Fuerza. ¡Es! Y no supone… –salvo exageraciones- no supone una actividad dañina, peligrosa o incómoda. Al revés: nos amplifica, nos propulsa…
¿Se podrá hacer un esfuerzo hacia la concordia, la convivencia, el respeto, la disolución de rémoras que permanecen y que prostituyen las opciones que de la materia prima tiene cada ser?
O ¿habrá que seguir soportando “esto es así”, “éste es así”…, hasta ver la aniquilación, el holocausto personal… u otras cosas que aún no se muestran?

***