lunes

Lema orante semanal

CONTACTOS, CONJUNTOS, PROPUESTAS.

23 de agosto de 2010

La vida es un contacto permanente. Todas sus manifestaciones se contactan con cuidado, con precisión, con puntualidad.
El sentido del tacto nos da una idea de proximidad; una idea de tocar… Pero nuestro tacto se amplifica con nuestra imaginación, y el contacto -también bajo el lema de la comunicación- se amplifica más allá de lo táctil.
También los contactos nos dan idea de influencia, cuando en el lenguaje coloquial se habla de los contactos que esta persona tiene con…, los contactos que alguien tiene con… Así los seres se influyen los unos en los otros, e inevitablemente se intercambian efectos.
Hoy se tiene la idea holística de que todos los componentes de
la Creación están contactados, si bien es cierto que somos conscientes de un pequeñísimo aspecto de esos contactos. Quizá por esa falta de amplificación, sería sugerente ir con “tacto” en nuestras relaciones, en nuestras comunicaciones, para así evitar el error.

El contacto no impide el perfil de cada ser, de cada unidad de vida, sino que más bien cada unidad de vida amplifica sus contactos y así descubre el desarrollo de sus posibilidades.

Las Fuerzas Creadoras que mantienen, que entretienen, que originan la vida, están en permanente contacto con todos los seres. Es buena práctica orante el descubrir -cada cual- en qué momento contactan con nosotros a través de la casualidad, de la intuición, de la suerte, de la fortuna, de la posibilidad…
La oración es una acción de contacto, siempre y cuando no sea una acción de exigencia o de promoción personal, o de búsqueda de “el mundo a mi manera”.

La vida surge como consecuencia de un conjunto de fuerzas que se contactan, se pliegan, se adaptan. No es el producto de un combate entre fuerzas en donde surge la victoriosa.
Los conjuntos forman estructuras capaces de amplificar y amplificar la vida del ser. Son circunstancias de supervivencia en las que los seres se juntan; es decir, su contacto se amplifica para dar una respuesta amplificada.

Sentirse conjunto, contactado, es descubrirse “EN” la trama del Universo.
Una trama con recursos de infinitos.
Una trama con posibilidades inagotables.
Situaciones que, si los seres tomaran consciencia de ello, no habría ni fronteras ni bloqueos ni dificultades, sino que siempre habría fluidos, siempre habría tránsitos…

Los diferentes contactos y conjuntos realizan sus propuestas en el vivir cotidiano, con objeto de desarrollar sus proyectos, ideas, sugerencias. En la medida en que los contactos, los conjuntos, han tenido en cuenta las “realidades creadoras”, en esa medida, las propuestas encuentran fortuna, suerte, resultados. Estas son circunstancias muy poco frecuentes. La mayoría de las veces, los conjuntos de humanidad, los contactos de humanidad, proponen en base a sus gustos, en base a sus necesidades, en base a sus proyectos, sin tener en cuenta las condiciones en las que se desarrolla la vida, y menos aún, a veces, sin tener en cuenta a los demás de la misma especie.
Fíjense cómo el hombre, a partir de un momento histórico, propone la relación, y las relaciones de contactos y conjuntos, en base a la fuerza del poder, en base a la imposición; y fíjense qué nivel de destrucción ha conseguido la especie… Increíble.
Y ha sido así, porque en la medida en que el ser suplanta, es decir, sustituye las Fuerzas que entretienen, mantienen y dan origen a la vida, y él se pone como antes que todo ello, y ordena y organiza, la resultante es una humanidad convulsa, una humanidad confusa, una humanidad repetitiva.

Las propuestas habituales, individualistas, que desdeñan los contactos o los imponen, desdeñan los conjuntos o los desprecian, no tienen cabida como vía de realización.
Desde el sentir orante, es decir, desde el sentir del contacto con
la Creación -el conjunto de lo Creado-, no es viable una propuesta individual, porque esta propuesta individual ha desechado todo lo que le rodea, se ha erigido en protagonista y, en realidad, lo que trata es de imponer a costa de todo su entorno. Es como decir -en el argot general-, “todos tiene que aguantar mis manías”.
Hay que diluir esas propuestas.
Hay que huir de esos proyectos.
Hay que dar un salto realmente de Universo, en el que nadie trate de imponer a otros sus proyectos, ideas, propuestas… Hay que aspirar a propuestas que sepan guardar el puesto que realmente se corresponde.

Las propuestas pretenciosas, que pretenden alcanzar una posición determinada no deben ser contempladas.
Vivimos en un conjunto y contactos de vidas en los que sistemáticamente se nos proponen –obligatoriamente- determinadas… para terminar con cualquier idea de futuro, de conjunto, realmente liberador.

La imposición violenta de pensamiento, de palabras, de acciones… la imposición surgida de una postura de poder, es el pan nuestro de cada día. ¡NO QUEREMOS ESE TIPO DE PAN!
EL ORANTE HA DE ASPIRAR A UN PAN QUE
LA CREACIÓN NOS PERMITE -Y NO A TODOS- CON GENEROSA BONDAD. AQUEL QUE VIENE CARGADO DE IMPOSICIÓN, DE MANDO, DE AUTORIDAD, NO SE QUIERE.

En algun momento, la voz de la búsqueda, la voz de la bondad, la voz del rigor, tiene que escucharse, para no permitir -¡sin prohibir!- expresiones de conjunto o de contacto que tratan de combatir, que tratan de imponer, que tratan de mandar.
En algún momento, la fe de lo impecable tiene que estar presente, y claramente identificada.
En el conjunto y en los contactos que aspiran a una propuesta liberadora, no caben los gritos, malas caras, rabias… No tienen lugar.
Menos aún tratar de provocar miedo. No es el Dios del miedo el que nos trajo a este plano de existencia. No es el Dios violento el que nos cuida, nos mantiene y nos entretiene. No es el Dios vengador, que nos castiga y nos persigue diariamente, el que ora con nosotros. En consecuencia, no se puede asumir como normal, como natural, actitudes y propuestas impuestas, de carácter, de genios, porque “la vida es así”. La vida no es así.

Debe ser una consigna orante el no permitir que le provoquen a uno miedo.
Debe ser una consigna orante que no haya ninguna propuesta que, por violencia, imponga su ley.
Y en la medida en que se consiente, retrocede la humanidad ¡tanto!, que ya probablemente no se acuerde de cómo se puede aspirar hacia Dios.

Es momento -y siempre ha sido, pero ahora es más urgente- es momento de propuestas constructivas.
Es momento de cumplir puntualidades.
Es momento de servir con responsabilidad.
¡Es momento de ofrecer algo diferente a lo que sistemáticamente y vulgarmente se nos impone!
Es momento de abandonar la vulgarísima actitud de violentar, maltratar, destrozar, y luego pedir perdón. Se acabó. Parece que la cuota de perdón se ha terminado.
Es la postura que sistemáticamente emplea el violador de derechos, el violador de conductas, el violador de afectos, el violador de humores, para justificar luego -con sus perdones- sus teóricas bondades.

Contactos, conjuntos y propuestas que, en el sentido orante, buscan la sintonía de crear, de creer, no de ganar, no de imponer…

*****

Lema orante semanal

PRODUCIR, PROVIDENCIA, PROPIEDAD

16 de agosto de 2010

Y a una gran velocidad, el producir se ha convertido en el motor de desarrollo de la especie. “Producir” como un mecanismo de control, manipulación y distribución de los bienes producidos.
Si la producción no fuera de carácter de “propiedad”, lo producido rebosaría las necesidades de la especie.
La obsesión productiva se ha convertido en el mayor bien de la especie.
El valor de la calidad, se ha sustituido por el valor de la cantidad –producción-.
No hay un sentido de “producir según necesidades” sino que hay un sentido de producir según rentabilidades. Y así, el llamado “Producto Interior Bruto” o el “Índice Per Cápita”, se convierten en los medidores de la calidad de vida de una comunidad. La valía del ser social, está en razón directa a su producción. Además, la producción se puede medir, se puede contar, se puede almacenar, se puede evaluar…
El nivel de producción se ha convertido en uno de los principales poderes que se desarrollan en las sociedades actuales.
El producto, la producción y el valor que se le dé, va estableciendo grupos humanos diferentes, en razón a su capacidad de adquirir el producto.
En estas circunstancias, la capacidad de producir coloca a el ánima del hombre en una posición creadora.
El hombre, como productor, se coloca en hacedor de sus destinos.

El producir alcanza su máxima expresión cuando se convierte en el producto que engendra, que posibilita y que mantiene la vida. Y así, no se produce en base a necesidades sino en base a poderes, en base a dominios.
En la medida en que el ser descubre que él es capaz de producir más allá de lo que necesita, el valor de
la Providencia se esfuma, se diluye, desaparece.

La Providencia, como el conjunto de acontecimientos -ajenos a el control humano- que hacen posible la generación de la vida, está en desuso como idea, como consciencia, y ha sido sustituido por la producción de la vida.
El sentido orante nos remite a darnos cuenta de que, a través de lo imprevisible, de lo inesperado, de lo afortunado, de lo azaroso, surgen recursos, ideas, propuestas, que hacen posible el desarrollo de la vida según las posibilidades de ésta.
Se debe recordar que las posibilidades de las partículas de la vida no surgieron en este lugar del Universo sino que vinieron, providencialmente, desde el Universo. En este lugar del Universo, esas posibilidades particulares que llamamos vida, encontraron la posibilidad providencial de desarrollarse. Y de hacerlo -y de hacerlo- con un sentido inteligentemente complejo.
No fue producto de ningún ser humano. Los que no albergan en su mente la palabra “Creación”, le llaman a este proceso: “El azar”, “La suerte”. Seguramente, es otro de los nombres de Dios.
Y así, con mucha, mucha suerte, providencialmente, se fueron reuniendo los vectores que hicieron posible un solidario mapa, capaz de generar lo que necesitaban en base al lugar donde asentaban: este planeta.
Cada providencia viva era -es- un elemento, una función que se necesita para otra, y ésta para otra… y así forman como bucles, como burbujas, como espirales que se generan, se entretienen y se mantienen unas a otras.

Si tenemos en cuenta -no solamente como idea sino como consciencia- que la suerte nos ha acompañado desde hace cuatro mil millones de años, providencialmente, probablemente sepamos darnos cuenta de que no somos un producto, no somos productores; somos una propuesta de la Creación.
Hemo
s ido surgiendo y hemos sido colocados en diferentes puestos, providencialmente. La fuerza del “azar”, de la “suerte”, de Dios, ha… ha querido y ha dispuesto que seamos una propuesta cargada de probabilidades y de posibilidades. Pero no somos un producto.
Somos el reflejo consecuente de una propuesta de Amor que, hoy por hoy, nos desborda y nos seguirá desbordando, porque carece del interés de producirnos para algún beneficio.
Si podemos intuir esa Fuerza, estaremos en condiciones de saber qué apuesta hay hacia nosotros.
Somos “propuesta” a la que apuestan por que desarrollemos una serie de capacidades, de probabilidades, de posibilidades.
Con estas coordenadas providenciales, la arrogancia de el momento, la importancia personal de cada día, no tiene sentido. Y es costosísima y cansadísima.

El dicho popular: “Dios proveerá”, se… se hace eco en el desarrollo de la vida, con objeto de que aparezcan -por suerte, por casualidad, inesperadamente- acontecimientos que cuidan, promueven y desarrollan, a nivel de Creación, las opciones de la vida.

La vivencia en lo Providencial, nos libera de la obligatoria productividad.
Nos sitúa en la disponibilidad.
Nos promueve hacia la vocación.
Nos orienta hacia el hacer fervoroso de lo que se siente, y en lo que cada cual está dotado. Así no hay error. Y los seres ocupan la posición que les corresponde.
La dinámica interactiva permite recursos y remedios para todas las variables. Dejamos de ser responsables y manipuladores de la vida, para ser cuidadores, custodios y vividores de la vida.

La propiedad, como elemento posesivo, supone un agotamiento progresivo de las opciones de cada ser.
Al ser propiedad, su generosidad es limitada y selectiva.
Al ser propiedad, siempre tendrá un nivel de envidia.
Al ser propiedad, será necesario el empleo de una defensa, no vaya a ser que sea raptada, que sea violada, que sea usurpada.
El drama de la propiedad, es que se convierte en un secuestro permanente de las condiciones de vida. Y, probablemente, todo surgió al darse cuenta -el ser- de que era capaz de producir algo en base a las “propiedades”, es decir, características que le adornaban. Y, en vez de ejercerlas al servicio de las necesidades, las convirtió en propiedades. Es decir, en posesiones.
Cada ser de humanidad tiene unas propiedades, es decir, características que les diferencian a unos de otros. Pero esas características no nos pertenecen, no son propiedad privada, no hemos hecho nada para ser de esa forma. Son características, propiedades, que sólo tienen la intención de ser una propuesta útil para el desarrollo de
la Creación.
D
e ahí que, sería bueno cambiar el verbo: “Porque yo tengo… porque tengo… porque tú tienes una serie de cosas… porque tú tienes…” El tener, como signo de posesión, es -sin duda- la forma de anular una idea providencial y la forma de generar continuamente poderes propios que, sin duda, combatirán con otros.
YO NO TENGO. SOY UN ADORNO DE PROBABILIDADES. Unas campanillas que, a veces, suenan si sopla el viento, o están en silencio si hay calma.
No hay algo que me pertenezca sino que me sirvo de lo que hay.
No he sido gestado por mí mismo sino que la vida me ha ido moldeando como el orfebre moldea su pieza.
Soy un aspirante a la bondad. Quizás por eso respiro.
Haciendo de mi vida un “azar”, una “suerte”, podré -por momentos- notar cómo me mueven, cómo me encuentran, cómo me promueven.

NO SOY DUEÑO.
NO SOY UN PRODUCTO.
SOY UN REFLEJO DE
LA FUERZA CREADORA, QUE ME DEJA ESTAR.
SIN DUDA, SIN DUDA, SOY UN PRIVILEGIO.

Ámen.

*****

domingo

Lema orante semanal

AMPLIFICAR, DETALLAR, PERFILES

9 de agosto 2010

La tendencia ¡expansiva! del ser hace que los niveles de consciencia también amplifiquen el criterio, la idea de la realidad.
Es un proceso que ocurre con independencia de la voluntad, si bien es cierto, que la voluntad puede colaborar en ese sentido.
Y tiene sentido, que así sea esa amplificación, puesto que ello permite una mejor adaptación, un mayor conocimiento, una obtención de más recursos.
Podríamos decir que esa consciencia expansiva es una muestra de la actitud “nomádica”, consustancial y única del ser.

Circunstancialmente se conforma en sedentario, pero incluso dentro de ese sedentarismo, busca por necesidad de especie, por necesidad de vivir, expandir sus percepciones.
Se podría decir que ¡Dios estalla por dentro!
Esa expansión inevitable, nos brinda la oportunidad, la ocasión de sentirnos: Universo.
Sentir que estamos en “un-verso”. Y, en consecuencia, sentir nuestra eternidad. Esa conciencia de eternidad, nos debe de acompañar, de envolver, como un peldaño que es el síntoma de culminar una estancia viva.
Y a la vez, y a la vez, los detalles. Los pequeños movimientos, los minúsculos sentires. Y a la vez, ¡la intimidad! de lo que se vibra, lo que se descubre, lo que se siente.

En apariencia parece una contradicción, pero es lo expansivo lo que se recoge sobre su expansión y se mira por dentro y así descubre el detalle, la identidad, la parcialidad.
Es como si Dios fuera una semilla, un detalle. Un detalle de carbón convertido en diamante, es muy valioso.
Un detalle de vida, un virus o una bacteria, es trascendente.
Saber envolver la expansión en detalles, es estar en el latido de la vida.
Al plegarse lo expansivo, se contempla el detalle.
La expansión sería semejante al amanecer y, en su transcurrir -del día-, engendraría la luz de una vela que nos permite detallar un pequeño, minúsculo, pero concentrado universo.
Y como resultante, en ese sentir expansivo, en ese minucioso detalle, surgen los perfiles.

El perfil es contemplar una fracción, una fracción del detalle y, y ver tras él lo expansivo.
Es como darse cuenta de una suerte, es como -de repente- descubrir un efecto o una causa y con ello, sentirnos expandidos, misteriosos, milagrosos.
Perfiles, que captan el movimiento plegado de lo expansivo.
El perfil es la resultante de detalles inmensos sobre cada ser, que hacen que descubramos nuestros estados de misterio.


En lo expansivo, lo Divino nos acoge.
En el detalle, el hombre lo descubre.
En el perfil, Dios nos talla.
En el perfil, el ser se vuelve filo, filo de un acero flexible, brillante.


Con ese filo, el ser recorta su vida. Y así, puede descubrir la posición en el existir, y así puede descubrir su posición en el existir, su necesidad de estar y su función ¡a cumplir!
Es descubrirse como pieza de un puzzle que continuamente se está recreando, expandiendo, detallando.
Expresemos con un sonido esa expansión que se repliega y se perfila para sentirse universo, para encontrarse en su existencia.


Escuchen, por tres veces y luego continúen.
Aaaaa Aaaaa Aaaaa…
Aaaaa Aaaaa Aaaaa…
Aaaaa Aaaaa Aaaaa…

Silencio.

Lema orante semanal

Orientación. Orden. Concierto.

2 de agosto de 2010

Es una necesidad… orientarse.
Esto permite al ser iniciar un proceso, un camino, un sentido.
La orientación es variable según el momento… la necesidad… la circunstancia.

Podemos describir como tres tipos de orientación: aquella orientación que geográficamente nos mueve en este planeta; la orientación que toma la vocación de un ser; y la orientación del alma y el espíritu… en referencia a lo desconocido.
La orientación geográfica en este planeta nos la da habitualmente nuestra llegada al mismo: nuestro nacimiento.
La orientación vocacional va a surgir de la relación del ser con su entorno, sus influencias, sus descubrimientos, sus inquietudes…
La orientación en lo anímico y lo espiritual va a surgir de las sensaciones, las culturas y las propias experiencias que el ser tiene con acontecimientos que no logra explicar.
Es ahí cuando surge la orientación orante. Es ahí cuando la oración se convierte en el vehículo, en el vínculo, en la comunión del hombre con
la Creación.
E
s ahí cuando el ser descubre que la orientación está en lo Divino, está en lo Creativo, está… en un Universo inabordable, en un Misterio constante, ¡en un Milagro imprescindible!
Cuando el ser se orienta en base a su ¡fé!, en base a su ¡amor!, en base a su… necesidad, las orientaciones físicas, concretas y ambientales pasan a ser auxiliares de esa orientación.

La fé con su fidelidad, el amor con su enamoramiento, la confianza con su testimonio, se hacen los elementos prácticos de esa orientación del ánima y el espíritu.

Orientados hacia esa Creación, buscamos un sonido vibrante que nos permita sintonizarnos en esas perspectivas.

Se ha buscado, sin encontrarse, un orden en el universo.
Quizá por eso, la humanidad ha tratado, también, de establecer un orden en la comunidad humana.
El orden resultante del esfuerzo por ordenar, termina siendo un desorden. O bien se convierte en un discurso plano, sin alternancias.
El orden establecido se convierte rápidamente en un sistema de ¡poder!; de obligación; de continuas repeticiones, sin el número justo de ellas para poder establecer las variables.
Habitualmente, el ser ha sido educado en órdenes y en ordenamientos, que rápidamente han censurado o reprimido la espontánea impresión de
La Vida.
E
l ser humano se ha colocado como referencia de un orden: antiguo, actual o… ¡un nuevo orden! Y, ciertamente, detrás de ese orden, lo que había eran ¡órdenes, obligaciones, imposiciones!

Desde nuestra ignorancia, ¿hemos sentido alguna vez a La Creación, a Lo Divino, de manera ordenada? ¿Hemos vivido la experiencia amorosa como un orden ¡perfecto!? ¿O más bien lo que ha ocurrido es que nos han desordenado?
La experiencia amorosa nos ha conturbado, ¡nos ha traslocado!, nos ha orientado en el ánima y en el espíritu, y nos ha dejado sin referencias físicas.
Cuando realmente nos ordenamos de acuerdo a
la Creación, ¡perdemos el poder y la imposición ¡¡de mandar!!, ¡¡de ordenar!!, ¡¡de obligar!!!... Dejamos de ser importantes. Pasamos a ser "importados". Un producto de importación que se mueve caóticamente por la vida. O, mejor dicho, La Vida lo mueve caóticamente.
Podríamos llamar a esta experiencia: “El orden de los muñequitos”.
Sí, porque la experiencia de ese acontecer –el amar-, como lo más cercano al orden de
La Creación, es sentirse “muñequito”. Un “muñequito” que mueven, que llevan, que suben, que bajan…

Dejarse ordenar en lo sencillo, en lo espontáneo, en lo intuitivo, hace que el ser pierda esas imposturas y esforzadas rigideces del ¡drama del “mando" y el "ordeno”!
Las partículas elementales –de las que se dice que forman la estructura íntima de la materia- se mueven desordenadamente; caóticamente. Pero, gracias a ello, la materia existe.
En consecuencia, el ordenamiento no es la expresión ¡del mando del hombre!
Cualquier orden que se roce con
La Verdad, resulta flexible, imprevisible, inesperado… ¡alegre!

¡Deja siempre un espacio A LA IMPROVISACIÓN!...
Es lo mínimo por donde se puede empezar el sentido creativo del orden, de la orientación adecuada: dejando un espacio, ¡aunque sea minúsculo!, a la improvisación. Para que puedan entrar las influencias que nos conmuevan. Para dejar por un momento de ser esclavos de lo que nos mandan, de lo que nos ordenan, de lo que nos obligan. ¡Para que, por fin, podamos obedecer a lo que sentimos!, a lo que intuimos, a Lo que… nos reclama.

El concierto, el concertar, el "con-cierto"… –puntos suspensivos- son diferentes maneras de sintonizarse.
Un concierto puede resultar ser… el ponerse de acuerdo ¡en ciertos aspectos!
Un concierto puede resultar ser el acople de sintonías y frecuencias que amplifican sus sentidos.
El concierto siempre nos lleva a una comunión, a una implicación, ¡a una confianza mutua!, a alguien más que uno mismo.
Vivir “en concierto” nos muestra nuestra incrustación en la dinámica de
La Vida.
Vivi
r “en concierto” nos descubre los cuidados y ¡las necesidades!... que tenemos que dispensarnos ¡unos hacia otros!

El concierto se nos abre como la opción de constituir una hermosa melodía; la oportunidad de saberse y formar parte de algo que produce ¡el deleite a otros!
El concierto implica intercambio; implica la consciencia de Un Todo.
El concierto supone, además, el respeto a cada partícula, a cada elemento.


El concierto supone sentirse parte de la armonía de
La Vida; sentir que mi presencia es una musicalidad de La Creación; sentir ¡la necesidad de mi ser!... en sintonía con otros.
"En concierto"… somos partícipes de la magnitud. Es decir, nos damos cuenta de que formamos parte de algo ¡integrado!; de algo más grande que uno mismo.

Desde ese concierto, ¡en ese orden sin mando!, en esa orientación en lo creativo, en ese microespacio de la improvisación... se gesta el hombre en su “estelaridad” y su universalidad.

Pertenecemos a una orquesta caótica que se ordena en base a la improvisación, buscando una melodía que agrade a La Creación.

Y cada componente es un instrumento que suena a través de sus palabras, como expresión de sinceridad; como autenticidad ¡de lo que siente!

*****

Lema orante semanal

DEDUCIR, APLICAR, ENCARGAR.

26 de julio de 2010

Existe el método deductivo, según el cual se va siguiendo una serie de lógicas o razonamientos, causas y efectos, y se llega a de-ducir el porqué de una serie de acontecimientos. Por ejemplo, se deduce: muy probablemente, si una persona huele a pescado, que ha estado en una pescadería, o es ‘pescatero’ o… ¿o qué? Pues eso: “O….” ¡Ooh!
Con esa exclamación se quiere expresar que, a pesar del método deductivo, hay elementos o manifestaciones que se presentan, que no tienen una clara, contundente y evidente explicación.
¿Qué decir de el enfermar? En el que se dice:
-Pues tiene esto, tiene aquello, he deducido que padece una… Aplico, en consecuencia, un tratamiento A, B, C o…
-¿O qué?
-Es que no ha funcionado ni el A ni el B ni el C.
-Bien. ¿O….?
-No lo sé. Daremos por zanjada la cronicidad y… y la contundencia de que las cosas son de una manera. Punto y aparte.
El método ductivo no llega a deducir -valga la redundancia y la palabra en la definición- todas las posibilidades. El método deductivo -deducir- supone una serie de opciones. Pero no podemos quedarnos claros en ellas.

Probablemente, todos tengan la experiencia de haber deducido maravillosamente los porqués de algo, alguna vez -alguna vez-, y luego hayan descubierto que sus deducciones eran falsas. Porque no sabían este detalle, porque no sabían esto otro… y, sobre todo, -y sobre todo- cuando se deduce por los demás, es garrafal -de garrafa, es decir, algo que no tiene especificad, algo que vale guardar cualquier cosa-. Es muy frecuente en el pensamiento hispanohablante el deducir por otros: “Deduzco que estás así y asao’ porque te ha pasado esto y lo otro y tal…” te explican toda tu vida y tú no te lo habías explicado aún, no habías entendido nada. Ya, pero no te preocupes, ya habrá alguien que lo explicará… ¡te guste o no! Y, por supuesto, te llevará la contraria. Tú dirás:
-No, no, si…
-Comprendo que estés preocupado por este asunto…
-No, si no estoy preocupado…
-Sí, hombre sí, estás preocupado. Lo comprendo. He deducido claramente… deduzco que…
-Que no, que no estoy preocupado, en serio.
-Que sí, que sí, ¿cómo no vas a estar preocupado, si lo normal es estar preocupado?
-Ya, pero, no sé si será normal o no, pero deduces mal. Quiero decir, que no…
-Sí, hombre sí. Tú hazme caso. Tú es que no te das cuenta…

¡Ah!, no te das cuenta. Claro. Con eso ya se arregla todo. Alguien te dirá: “No te das cuenta”. Ya te ha declarado incapaz, inútil y, sobre todo, inservible. Ya empezará a pensar por ti, porque tú no te das cuenta. Ya alguien deduce por ti y aplica sus deducciones… para ti.
-Ay, qué bonito, qué alivio ¿no?
-Depende ¿verdad? A veces eso se llama suplantación, manipulación.

Conviene entrar en… en aspectos deductivos que RES-PETEN -por favor- que respeten la sensibilidad ajena, que no antepongan sistemáticamente las deducciones propias. Que, por un momento, si a alguien le duele algo, pues le escuchen.
-¡Pero ¿cómo te va a doler, hombre?! ¡¿Cómo te va a doler?!
-Mira, lo siento, pero me duele…
-Pero es imposible…
-Bueno…
-A ver, ¡deduzcamos! ¡¿Cómo te puede doler una cosa así?!
-No, tienes razón, tienes razón; no me duele.
Claro, finalmente tienes que ceder, ceder y ceder hasta que te declaren idiota… total. Poco a poco se te puede ir negando el derecho a decidir, y a que cada cual deduzca por qué las cosas o el sentir de uno u otro, en cosas simples, tiene que ser -al menos- escuchado.

El DOMINIO decide y deduce… sobre lo dominado.
Sería, al menos, interesante deducir lo que a cada cual le corresponde e intercambiar deducciones, cotejar deducciones, compartir deducciones, antes de obligar deducciones y deducir erróneamente.

El sentido orante nos puede orientar acerca de… las deducciones. Sí, y teniendo en cuenta no solamente las lógicas, las coherentes, las razonables, las de causa-efecto, sino otras. O… o… Esa famosa “o… o” que es la oración. “O…..”.
Y no se trata de aplicarla cuando fallan -no-, cuando fallan las anteriores formas deductivas. No, se aplica de entrada, junto con… para que así no haya racismos. Pero no perdemos la opción de deducir bajo la premisa de lo Divino, bajo la premisa de
la Creación, bajo la premisa de lo imprevisible.
Abramos la posibilidad de que lo que transcurre, lo que ocurre, lo que sucede, no tenga para nosotros una explicación, una deducción. Simplemente abrir la posibilidad. No pretender, obstinadamente, hacernos dueños de
la Creación, del Destino.
(
Largo silencio)
Podría ser que antes de deducir, tuviéramos… tuviéramos ante los hechos, las circunstancias -lo que sea menester deducir- tuviéramos un… un silencio, como para dar espacio a Dios. Incluso para decir “Adiós”:
“No quiero deducir, no quiero, adiós. Porque, a lo mejor, si deduzco, me puedo incluso enfadar o malhumorar o deprimir o entristecer. Y, ¿para qué?... No deduzco”.Es válida la posición. También hay que contemplarla y respetarla.

Nuestra segunda palabra era APLICAR.
Cuando se aplica “algo”, después de haber deducido “algo”, tenemos que… realizar un tipo de organización o de estrategia que tenga una operatividad hacia… todos. O, al menos, tenga esas miras, de que lo que se va a aplicar, el criterio, la opinión, el método, la sustancia, la actividad, estén en sintonía con… con las actividades de esas vidas, de ese tipo de vidas.
Las aplicaciones, con una frecuencia estremecedora, quedan en el limbo burocrático de la mente. O de la mente o… o de la “burrocracia” propiamente dicha, pero la mente se vuelve burócrata, entonces falta esto, ahora falta lo otro, ahora falta lo otro… y se ha deducido pero…
-Pero y, ¿por qué no lo aplicamos un poco?
-Ya, pero, espera que falta…. Me falta… Faltan….

Habrá… a lo largo y ancho de la humanidad actual, cientos de miles de millones de leyes, las cuales jamás se aplican. Y fueron creadas y diseñadas y deducidas para mejorar la calidad humana de la especie. Habrá, en cada persona, millones, millones, cuatrillones de sugerencias -o quizá menos- las cuales jamás se aplicarán, y nunca se aplicarán. Porque aplicarlas significa -o puede significar- imprudencia, incomodidad, mala cara, mal talante, incierto, incomprendido… entonces no apliquemos.
-Habrá que aplicarle un correctivo a ese comportamiento…
-No, déjalo, es que es así.
-Ya, pero ha roto toda la vajilla porque le faltaba un cigarro. No vamos a vivir para vajilla. O compramos la tabacalera.
-Ya, pero, total, han sido doscientos platos, cuatro soperas…
-Es verdad, total… con lo bien que se lo ha asado. ¿No podemos aplicarle algún artículo para ver si… no sé, si aprendiera a chuparse el dedo…? Por ejemplo. Tan socorrido en los infantes cuando no quieren chupete, o quieren mantener la teta eterna… ¿Por qué en vez de estar sometido a las leyes del mercado de tabacos y derivados, por qué no se auto-complace y se chupa el dedo? Bonito, barato… A veces se deseca un poco el dedo, se arruga, pero luego, en cuanto toma reposo, otra vez se pone bien. Además, hay tantos…. ¡diez! Medio paquete.
Buenísimo ¿eh?, buenísimo método. No hay que gastar en nicotina ni en voluntad: a ver si dejo de fumar, a ver si tal… y todo ese rollo de deplorable vulgaridad. “Que no puedo, es que no sé, que si tal, cual…” ¡Perdida de tiempo! ¡Chúpate el dedo, joder!

Además, como tiene su ventaja este método -que no era el objetivo, pero es una aplicación para la semana- tiene su ventaja porque como ahora no se puede fumar en casi ninguna parte, pues tienes que esconderte un poco. Entonces, tú te escondes un poquito en el baño, te chupas un poquito el dedo, aspiras, espiras y hasta puedes ver humo, hasta puedes llegar a ver humo.
Si alguien te dijera algo, tú primero di:
“No deduzcas por mi” Primer punto. Y segundo: “Cada uno fuma lo que puede y lo que quiere. ¿Vale? Yo fumo dedos...”Te pueden llamar loco y otras cosas, pero es fácil defenderse. “Yo tengo el valor de chuparme el dedo. Tú no. Tú te tienes que chupar… ese asqueroso que te da la tabacalera, o el más barato, para pudrirte mejor. Menos mal que eres europeo y civilizado.”

O sea que aplicares… es algo… difícil, como ser una persona aplicada. Se suele decir: “Qué persona más aplicada”, porque se concentra, se atiende, se… se dedica a lo que más o menos sabe o entiende o conoce. Se aplica y, en consecuencia, aprende, descubre, opina… Es decir, que la aplicación también puede ser sinónimo de aplicarse, de progresar adecuadamente. Como dicen las cursis notas de los profesores a la hora de evaluar a los alumnos: “Progresa adecuadamente”. ¡¿Qué coño es eso?! ¿Qué entiende usted por progreso, y adecuado, si yo lo veo cada vez más bruto y más burro desde que va al colegio?
Pero, como dice el refrán:
“Del dicho al hecho hay un trecho”. Pero a veces, más que un trecho, lo que hay es un abismo. El dicho sería la deducción, y el hecho la aplicación. O sea, abismos, ¿no?

Y sería… y sería bueno -es algo deducible- que aplicáramos circunstancialmente, elementos orantes a…
Por cierto, ¿cómo
la Creación aplica sus métodos para el desarrollo de la vida? ¿Con carbono, con nitrógeno, con… con qué más? ¿Qué aplicaciones prácticas tiene la selva, el bosque o el desierto? ¿Qué aplicaciones…?
Es decir, resulta que en este lugar del universo, en este planeta,
la Creación ha aplicado -después de deducir a su modo- determinados parámetros, y ha hecho posible que tengamos ese acontecer definido como vital o vida.
¡Ah!, ¿se aplican las teorías de
la Fuerza Creadora y merced a ellas se desarrollan…?
Sí, pero hay que tener cuidado con Darwin y sus amigos. Me explico. No, no se trata, ni muchísimo menos, de la guerra norteamericana de secesión entre creacionistas y darwinistas, no, no, no, no, por Dios. Eso es para… para esas comunidades que tienen esos problemas sexuales. Pero en comunidades con problemas sexuales diferentes -ejem-, eh… pues lo mejor, lo mejor, lo mejor es simplemente deducir que, si bien es cierto que las aplicaciones de la vida se han desarrollado de forma evolutiva, teniendo como patrón, así muy sorprendente, la mutación, eh… no es menos cierto que faltan eslabones explicativos, faltan deducciones… Porque las que hay son un tanto incómodas para dar una explicación total… Hasta Lamarck ha tenido que ser rehabilitado para poder explicar ciertos fenómenos, cuando ya estaba proscrito, enterrado y muerto.

O sea que… el vivir, el acontecimiento de… de aplicar, de aplicarme… cotidiana y diariamente, implica un inmiscuirme en lo evolutivo, en lo creativo.
Por cierto, para intentar zanjar asuntos: ¿La evolución no implica un grado importantísimo -sobre todo en la mutación- de creatividad, de creación? ¿Qué tal si llamamos a todo: Creación, y nos dejamos de…?

Podría ser…
Se mire como se mire, los procesos evolutivos desde el punto de vista de la especie, son procesos creativos, majestuosos, ¡impresionantes!

Hacerse por lo menos el propósito -no he dicho ¡firme! propósito, no, el propósito simplemente- el propósito de aplicar algo en lo que se cree, algo de lo que se ha deducido.
-He deducido que te amo.
-Bien. Aplícalo.
-Uyyyyy… uy… no sé…
-Entonces, ¿de qué coño te ha servido deducir…? Aplícalo.
-No…

Simplemente, en este torpe ejemplo que hemos puesto, decir que hay amores que matan. SIC. Podíamos haber puesto otro ejemplo, ¿verdad?, pero es que éste zanja el asunto y engloba a todos.

¿La tercera palabra era…? (pregunta el Maestro)
Encargar. (
Alguien responde).

Encargar.
-Quién se va a encargar…
-Ahhhh…
-Quién es el encargado de…
-Ahhhhhh…
-Quién…
-Ahhhhhhhh... Aaaaaaahhhhhh
-¡Tarzán… Tarzán es el encargado! Sí, sí, sí, sí ése es el encargado, Tarzán. Tarzán es el encargado. Encargado.

Claro, encargado, como dice su palabra bien dicha, es CARGAR, “en-car…” Te ponen la carga. Pero, pero, pero… pero, pero, pero, pero… esto no es tan sencillo como parece porque en primera instancia parece que nadie quiere encargarse de nada, pero hay sujetos que se encargan de todo. De casi todo. Con lo cual te evitan la posibilidad de que tú te encargues de algo.
Hay sujetos que suplantan encargados, y entonces, claro, el encargado de cantar resulta que ya no canta. El encargado de limpiar resulta que ya no limpia. Pero el que ha suplantado al que canta y al que limpia, ni canta ni limpia. Suele ocurrir… suele ocurrir.
¿Y quién es el encargado aquí de…? ¿Quién es el encargado? Sí… Y se solía decir “aaaaantes!. Ahora, aunque existe la figura del encargado, ehhhh, bueno… bueno… bueno…

Los enredos que surgen en los encargos son múltiples. Primero, casi nunca se entienden los encargos. Eso es muy curioso. Se habla, se reúnen. Porque mira que hay personas que se reúnen, ¿eh? ¡UAU…! horas y horas y horas… sí… uffff… y ¡días y días…! ¡pfaaaa!... Y luego, resulta que no, no se han enterado muy bien.
-¿Oye, pero no nos reunimos y encargamos… y… y dedujimos que era mejor que éste se encargara de aquello y éste…?
-Pues, yo no lo entendí así…
-Vaya…

Eso, como ustedes saben, es de una frecuencia abrumadora, pfff…

Sería bueno, ya que cada ser tiene el encargo de ser, de estar –como el verbo: ser y estar- tiene ese encargo… Ya es un encargo. “Soy y estoy porque hacía falta. Si no, no estaría ni sería”. ¿Qué, qué, qué, qué tal si… además de encargarse cada uno de lo que es y en donde está, se encargara de alguna cosilla más… o se preguntara: bueno, qué encargos tengo yo…? ¿De qué estoy encargado? Ahhhhhhhh… y… y también de paso –de paso- que cada uno se encargue de saber de qué se encargan los otros. ¡Algo! Si no, como dice el refrán también, unos por otros, la casa sin barrer.
-Pero, bueno, ¿quién es el encargado aquí de… de negocios?
-Fulanito.
-Ah, bueno, voy a hablar con Fulanito.

-Oye, quiero pedir hora para la consulta. ¿Quién es el encargado?
-Pues, mire, las encargadas son las secre-tarias.
-¿Ah, las de los secretos?
-Esas, esas justamente. Usted ha llamado al nueve, seis, nueve, treinta y ocho, setenta y seis, noventa.
-Sí
- ¿Para pedir hora?
-Sí.
- Pues, mire usted, llame a las horas en las están las secre-tarias.
-Pero, ¿usted no me podría dar hora?
-NO. Yo no me encargo de esto, porque si no me lo voy a cargar. La voy a apuntar a cualquier hora, en el sitio menos inapropiado. No tengo ni idea. Yo soy la señora de la ¡limpieza! ¿Vale? O soy el chico de los recados. Llame usted de diez a una y de cinco a siete.

Oye… Y el que tenga interés llamará a esas horas. Y a esas horas, la encargada… ¿Quién es la encargada? La secretaria. Estará: “Tian, buenos días, dígame… le atiende Alondra”. Amable, simpática, divertida. “¿Puede ser a las siete?” “No, mire a las siete no puede ser porque la doctora, el doctor no está. Es decir, venga a las cuatro”… No sé qué… la coloca dónde tiene que colocarla, para eso es la encargada.

También es típico de ustedes -lo reconocerán…-, en el pensamiento hispano-parlante que todo el mundo sabe de todo, todo el mundo es electricista, seleccionador de fútbol, político, aventurero, dramaturgo, coreógrafo, luminotécnico… Bueno, de ordenadores uah… todos son “computer man”, vamos ¡una cosa!, ¡una cosa!... todos hacen maravillas con el ordenador, maravillas, ¡uau!, ¿Qué cosas?
Entonces, es muy frecuente que, como la palabra encargo suena a “cargo”, hay cargo en los aviones de cargo, pues es muy propio del hispanoparlante hacer encarguitos, o sea, carguitos pequeñitos. Él no se encarga de nada pero tiene carguitos pequeños: y encarga a éste aquello… ¡Ah!, ¿y cuántas veces no te han encargado cosas que no te corresponden?... Oye, qué capítulo interesante, ¿eh?... Y a base de encarguitos como si fueran quantums de luz, pero sin serlos, se va micronizando la situación y de nuevo el encargado, o los encargados, brillan por su ausencia.
¡Ay!, pero qué decir cuando... se sabe quién es el encargado o la encargada pero…pero no se respeta. Como el ejemplo de la secretaria. Y yo cito a Pepito, a Juanita… el lunes, el martes, el miércoles, bueno el día que me dé la gana, porque joder, no tiene tampoco mucha historia citar a alguien... No, mucha historia no. Tiene la historia de una persona, que se encarga, que lleva años, que conoce, que entiende, que sabe el sonido de cada persona que llama, que sabe cuál es la organización, que sabe a qué horas son más propicias para ver y tal…. No, nada más que tienen una historia personal de varios años, que usted no tiene. Por lo demás… ¿Ah, sí? Yo no sabía que la secretaria era tan importante… Si no es cuestión de secretaria, es… del encargo que tenga cada uno.
Pero ponemos el ejemplo de secretaria porque en el ánimo de casi todos está la idea de que son las más… tontas. Las más inservibles. Si no vales, pues te quedas de secretaria, ¿no? O cuidas a tus padres o te quedas de secretaria. Con taquigrafía y mecanografía como antes. Bueno, en el mejor de los casos te haces maestra. Ya, pero nada más ¿eh? Entonces la secretaria, pues es eso… Entonces, siempre en estos casos hay que meter ejemplos de gente de bajo nivel, para que se entienda… ¿O tienen nivel? ¿Tendrán nivel…?

Probablemente, bajo el sentido orante el hecho de que cada ser es y está, ya tiene un encargo estelar y, en consecuencia sea cual sea su dedicación o su posición, o su casta –porque las hay- tiene una utilidad, tiene una necesidad de especie. En consecuencia merece nuestro respeto, nuestra admiración, nuestra prudencia… Y a la vez, obviamente, cada uno buscar –sería bueno en esta semana-, ¿de qué encargo vivo, realmente? ¿Cuáles son mis encargos?, en el lugar, en el espacio, en el tiempo en el que estoy.
¿Me encargo de suplantar a los encargados?, por ejemplo. ¿O eludo el encargo que tengo?
Son dos preguntas interesantes. ¿He eludido mi encargo, de lo que yo estoy encargado? ¿Me he evadido de ese encargo? ¿He ¡suplantado! a alguien que está encargado de…?
Sería interesante que bajo el sentido orante el ser se preguntara sobre qué encargo
la Creación le ha citado para que exista, para que viva. ¿Por qué le dejan vivir? ¿Por qué te dejan vivir? ¿Será que tienes algún encargo que cumplir?... Si no ¿qué sentido tendría la vida…?

Y seguramente, también casi todo el mundo ha vivido, alguna vez –aunque sea alguna vez, por un instante-, el sentirse TRANQUILO, TRANQUI-LA, porque alguien se encarga de…
A lo mejor se ha vivido muy poco porque, claro, es muy típico también del hispanoparlante ¡ENCARGARSE DE TODO! ¡DE TODO! Por supuesto ¡arrasando! a todos. “
No, es que yo no lo puedo evitar, es que soy así… Eres un malcriado chico...” -Por ser suave-.

El saberse encargar de lo propio y respetar los encargos ajenos facilita la ¡confianza!, ¡permite! el sosiego, ¡ayuda! a la creatividad, ¡descongestiona! la sangre, baja el colesterol, triglicéridos y demás sustancias de alto riesgo. Mejora el síndrome metabólico y aminora el estrés.

Me haré cargo de lo que me corresponda.
Evitaré dar cargo de lo propio a los otros.
Respetaré los cargos que otros tienen.
Cuidaré de que no intervenga suplantando, ni arrasando.
Confiaré los encargos que otros tengan.
Y trataré de aplicar, según el sentido creativo, las deducciones que... en cada momento voy descubriendo. Sin deducir por otros. Dejando abierta la puerta a
la Gran Deducción.
M
e aplicaré lo que me corresponde. Y esto no significa aplicar... fronteras, sino saber asumir responsabilidades, con prudencia, con pudor, con respeto.
Se solía decir: “
Que así sea…”
Ojalá.

*****